El descubrimiento de la descolonización

El Ministro de Cultura, en su primera comparecencia en el Congreso, desgranó un conjunto de objetivos, líneas de actuación y proyectos concretos, pero una sola frase, relativa a los museos y el patrimonio, desató la tormenta: “se trata de establecer espacios de diálogo e intercambio que nos permitan superar el marco colonial”. Tocó la fibra de la derecha. Uno puede proponer continuar con la ley del cine, desarrollar el Estatuto del Artista, reformar el INAEM o, incluso, crear una nueva Dirección General de derechos culturales y una oficina de propiedad intelectual, pero cuando sugiere superar marcos, es decir, cambiar formas de entender la realidad e imaginar una España adaptada a los retos de nuestro tiempo globalizado, se despiertan los defensores de las esencias y todos salen en tropel ungidos por la sacrosanta misión de salvar la patria. 

Lo más curioso, sin embargo, es que una pequeña y ruidosa parte del ecosistema político conservador pareció descubrir -sin carabelas ni virreinatos de por medio- el concepto de descolonización. Fueron muchos los que sobreactuaron indignación en sus tribunas, como si el Ministro acabara de acuñar un concepto nuevísimo y esotérico. Fue como si la superación del marco colonial en las narrativas museísticas no fuera una reivindicación fundamental de los movimientos antirracistas en todo el mundo, reivindicación que ha permeado desde hace décadas en las instituciones museísticas, académicas y artísticas. Como si el Comité Internacional de Museos (ICOM) no hubiera aprobado una nueva definición de museo y tuviera una línea estratégica relativa a la descolonización en su Plan Estratégico. Como si España no se hubiera firmado una declaración, tanto en Mondiacult 2022 como en el 10º Encuentro Iberoamericano de Museos, para avanzar en la “incorporación de la perspectiva decolonial” en las instituciones y procesos museales. Como si los museos estatales no llevasen años trabajando en incluir a las comunidades de origen en la programación de exposiciones. Como si el Museo Reina Sofía no contara con diferentes salas de su colección permanente dedicadas a los efectos nocivos del imperialismo y el colonialismo. Como si el museo Thyssen-Bornemisza no tuviera ya en su web un apartado entero dedicado a la “decolonialidad”, donde reconocen que la colección es “eminentemente eurocéntrica”, o que hayan programado una exposición llamada “La memoria colonial en las colecciones Thyssen-Bornemisza”.

De hecho, viendo las reacciones, parecería imposible que el Pabellón de España en la Bienal de Venecia sea la ‘Pinacoteca migrante’, de la artista hipano-peruana Sandra Gamarra. Una espacio pensado para releer el patrimonio pictórico español, reinterpretando cuadros de Murillo, Zurbarán y Velázquez; un museo invertido que cuestiona las representaciones de las taxonomías de castas en México; o que propone un ‘Gabinete del racismo ilustrado’, en el que presenta, entre muchos otros objetos, las famosas huchas del Domund que estuvieron en tantos hogares españoles. Gamarra lleva 15 años trabajando en el cuestionamiento de los discursos coloniales en los museos y, de hecho, la Comunidad de Madrid censuró en 2021 los textos de una de sus exposiciones, obligándola a suprimir palabras como “racismo”. 

Sin embargo, el Pabellón de España de este año no es una excepción. Ni por la temática, ni porque por primera vez en su historia la artista que representa a nuestro país no haya nacido en España. Esta 60º Bienal de Arte explora desde múltiples perspectivas la cuestión colonial: lo hace Gran Bretaña, por ejemplo, con la obra del artista John Akomfrah, de origen ganés; lo hace Estados Unidos, recuperando historias indígenas y queer de la mano de Jeffry Gibso; y lo hace Brasil, cuyo pabellón ha pasado a llamarse Hãhãwpuá, que es el nombre que el pueblo Pataxó daba al territorio que hoy ocupa el estado de Brasil. 

Paseando por Bienal, resulta incomprensible que sean tantos quienes, todavía hoy, se resisten a cuestionar la mirada racista y etnocéntrica que pesa sobre gran parte de los relatos históricos globales y las instituciones artísticas en todo el mundo. Cambiar narrativas no implica borrar el pasado, ni esconder su condición de documento de una época: al contrario, supone abrirlo a la reflexión y al pensamiento crítico. Un museo es un artefacto cultural, un dispositivo capaz de construir imaginarios, y quizás la tarea que tenemos por delante simplemente consista en bajarlo del pedestal, como hace Sandra Gamarra en esta Pinacoteca Migrante, y poner en cuestión una narrativa que hasta ahora ha sido hegemónica. Enriquecer el debate, iluminar ángulos muertos, abrirlo a nuevas voces. En definitiva, museos para un mundo global, que nos gustaría también democrático y justo.

Las nuevas caras de la censura

Las ciudades son acumuladores de memoria. Calvino las definía como “el tiempo aprisionado en el espacio” y, a la vez, son laboratorios de creatividad e innovación. El ecosistema cultural de la ciudad debe responder a estas dos dimensiones, conservar y poner en valor el patrimonio acumulado, pero a su vez facilitar los espacios y recursos para que no se estanque el caudal de creatividad. Son importantes los museos y archivos, los teatros y auditorios, pero cada vez más, como en la ciencia, son necesarios laboratorios y espacios de creación, lugares donde experimentar, probar y equivocarse. La ciudad es siempre museo y laboratorio, su pasado está inscrito en sus calles y su vitalidad en el ir y venir de sus ciudadanos.

Por eso, en el Ministerio de Cultura no solo nos preocupa la censura a un autor o a una de sus obras, algo que está protegido por el derecho a la libertad de expresión, sino también la cancelación de espacios que son laboratorios de creación individual y colectiva. Es un ataque al derecho a la participación cultural y, además, disminuye y cercena la potencia de nuestro ecosistema artístico, creativo y cultural.



Hace apenas unas semanas, el Ayuntamiento de Zaragoza anunció la cancelación de la programación cultural y de residencias artísticas de Etopia durante un concierto de Tarta Relena. El dueto catalán, mientras tanto, eran las protagonistas del último Tiny Desk, el famoso formato musical de la NPR, la radio pública de Estados Unidos, por el que han pasado Taylor Swift, Sting o Dua Lipa. Etopia ha sido durante años un espacio de investigación en el cruce entre arte, innovación y tecnología digital. Uno de los referentes españoles asociados al ZKM de Karlsruhe o al Ars Electronica de Linz. Uno de los hornos donde se cuecen las vanguardias de este siglo XXI en España.  

Unos días después, el mismo Ayuntamiento de Zaragoza anunciaba que el espacio Harinera ZGZ, hasta ahora gestionado por colectivos vecinales y sociales, se convertiría en un centro completamente gestionado por el consistorio, desahuciando de facto a asociaciones como el Colectivo Llámalo H, y acabando con uno de los principales centros de cultura comunitaria en nuestro país. Si uno de los focos de nueva creatividad es el cruce entre arte ciencia y tecnología, el otro es cuando las prácticas artísticas se mezclan con la participación social. Por Harinera pasan más de 25.000 usuarios anuales, aloja una escuela de música, es residencia de unos cuantos colectivos artísticos, combina una programación variada e innovadora y la asociación de vecinos es uno de sus pilares. Como Etopia, Harinera es una referencia nacional e internacional, y durante años ha sido la sede de la Red de Espacios y Agentes de Cultura Comunitaria en España.

Es por todos estos motivos que la pasada semana, desde el Ministerio de Cultura, nos reunimos con los equipos de ambos proyectos, en una serie de encuentros que tenían como objetivo entender la situación, conocer todos los detalles, explorar soluciones. Asimismo, también nos comprometimos a dialogar con el Ayuntamiento para tratar de revertir o paliar unas pérdidas que nos preocupan mucho en términos culturales, buscar vías alternativas para poder mantener programas y actividades, y seguir así visibilizando que el camino de hacer callar las voces más inquietas, quitarles espacios y recursos, es un ataque a los derechos culturales pero, sobre todo, algo que nos empobrece culturalmente como sociedad.

Segueixo a Barcelona, aquesta vegada en comú.

Avui s’ha donat a conèixer la candidatura que encapçala Ada Colau a les properes eleccions municipals de Barcelona, així com la meva participació en l’equip dels comuns. He acceptat l’oferiment de l’alcaldessa per participar en la candidatura pel 2019 pel convenciment, covat els darrers quatre anys, que el millor que li pot passar a Barcelona es poder desplegar i reforçar tot el que s’ha iniciat en aquest mandat.

Fa quatre anys em va demanar, per sorpresa, que dirigís l’estructura executiva municipal. Ens acabàvem de conèixer i no tenia cap relació amb el seu equip, però em va semblar que aquella energia rebel que havia desbordat totes les previsions electorals, era la llavor del canvi que necessitava la ciutat. Barcelona feia anys que s’apagava, atrapada entre l’enyorament nostàlgic d’un passat olímpic que l’havia transformat de cap a peus, i una crisi d’escala global aterrada en forma de desnonaments i desigualtat. Les eleccions del 2015 van iniciar una nova etapa amb algun paral·lelisme amb les primeres de l’any 79: una nova fornada de polítics, aquesta vegada forjats en els moviments socials i en el 15/M enlloc de l’antifranquisme, entraven a l’ajuntament disposats a capgirar l’agenda i les formes de fer política. Han estat quatre anys apassionants en els que la intel·ligència de no desaprofitar l’experiència municipal acumulada, s’hi ha afegit una energia desbordant per construir una nova agenda política. El canvi ha començat, però el millor encara està per arribar.

El que va ser una intuïció que em va fer prendre una decisió professional ara fa quatre anys, avui em porta a comprometre’m, aquesta vegada, en el projecte polític. Ho faig sense renunciar a un pensament conformat en el catalanisme i la tradició socialista. Allà segueixo, convençut que la raó principal de l’esquerra sempre consisteix en combatre qualsevol abús de poder: sigui d’un mercat desbocat, d’un estat que empresona, o del perill del totalitarisme que avui recorre Europa.

”L’aire de la ciutat ens fa lliures”, deia el vell proverbi alemany; avui més aviat és un anhel a conquerir pel que val la pena lluitar.

Adéu PSC

Josep Fèlix Ballesteros

President de la comissió gestora del PSC

 

Benvolgut Josep Fèlix,

El motiu de la present és sol·licitar la baixa com a militant del Partit dels Socialistes de Catalunya. Una decisió llargament meditada i fruit d’un procés progressiu de distanciament de la línia que s’ha anat imposant, d’ençà del darrer congrés. Al llarg dels mes de vint anys que he format part del partit hi han hagut molts altres moments en els que no coincidia amb determinades decisions, però la contribució dels socialistes de Catalunya a la transformació de la ciutat i del país, eren molt superiors a les meves desavinences. Ja fa temps que s’han invertit els termes, que els errors superen als encerts, amb l’augment sostingut del descrèdit del propi partit davant la societat catalana. L’esquerra ha de respondre amb convicció als tres reptes que exigeix la societat catalana contemporània: nacional, social i de radicalitat democràtica. Tots tres fronts exigeixen propostes de llarg termini però, sobretot, una actitud quotidiana valenta que ens faci creïbles cada dia. En cap de les tres línies el psc destaca per haver aixecat alguna bandera que el singularitzi, però sobretot no ha tingut cap gest que n’augmenti la credibilitat. Quan no proposes canvi et converteixes en una força conservadora, defensora del status quo,  per molts principis i valors que puguis anar esgrimint. La renúncia al dret a decidir (per moltes filigranes que proven d’emmascarar-ho), acords com el bcn world o el manteniment dels càrrecs públics a persones imputades, són suficients per anular la capacitat de situar-se al bell mig de les exigències del nou context català.      

Sóc conscient que la dimissió del primer secretari (resultat de tants desencerts polítics i de tantes derrotes electorals) podia convertir-se en una oportunitat per reconduir la deriva actual. Però enlloc d’això s’ha apostat per un congrés-exprés, sense debat polític ni cap propòsit d’esmena a la línia de fons. La única novetat és l’elecció, amb un únic candidat, del primer secretari per part dels militants. Preveient el resultat em ve al cap una dita catalana: si no vols caldo, dues tasses!

Per últim vull afegir que he mirat de fer tot el que estava a les meves mans per treballar des de dins: amb les intervencions constructives a  l’executiva, amb la definició d’un projecte per Barcelona des del grup municipal, amb el debat honest amb militants i dirigents, amb la pròpia candidatura a les primàries de Barcelona acostant a molts barcelonins desencantats amb el psc…. He fet el que he pogut, amb errors però amb voluntat constructiva,  i si en algun moment m’he excedit en les meves posicions públiques, vagin per endavant les meves sinceres disculpes. Però avui dic adéu al PSC, agraint-li tot l’aprenentatge i les oportunitats que m’ha ofert, amb la tristesa dels comiats, però amb  el ferm compromís de continuar treballant pels principis del socialisme catalanista.

En Joan Raventós deia “el socialisme, entre altres coses, és també un sentiment. Sense el sentiment que impulsa les persones, el socialisme no acaba de ser del tot. La seva transcendència descansa en el sentiment que desvetlla.” Me’n vaig amb la sensació que avui aquest sentiment és més present que mai a la societat catalana i en particular a la barcelonina, el que cal trobar és el canal més adequat per convertir-lo en força transformadora. Jo ho seguiré buscant i tan de bo els nostres camins es tornin a creuar.

Cordial,

 

Jordi Martí

Barcelona, 5 de Juliol de 2014

Cultura y Europa

Avui faré una intervenció a Llille en un acte electoral del PS en el que m’han convidat a reflexionar al voltant d’Europa i la cultura. La meva intervenció es basarà en el text següent. Europa no ha tingut un paper destacat en l’àmbit de la cultura, potser seria hora de començar a canviar.

Cultura y Europa

  1. Es una muy buena noticia que en el centenario de la primera guerra mundial, se celebren elecciones democráticas para elegir un parlamento europeo. Hoy hay que empezar señalando que pese a todas las políticas de austeridad salvaje, el crecimiento imparable de la desigualdad en el continente, el rescate a bancos y el abandono de los más vulnerables, e incluso, la barbarie de los Balcanes y la timidez actual ante el conflicto en Ucrania, la Unión Europea sigue siendo un buen invento. Aunque solo sea para garantizar la paz en un continente que ya ha sangrado demasiado.
  2. La barbarie de las dos guerras y la gran depresión de los años treinta generó también otro gran instrumento: el estado del bienestar. El árbitro que garantizaba la coexistencia pacífica entre capitalismo y democracia: libre mercado y crecimiento económico, y servicios públicos financiados por una fiscalidad progresiva, como garantía de cohesión social. Hay que añadir que esta combinación virtuosa, que ha generado décadas de prosperidad e incremento progresivo de la equidad social, ha tenido como garante al estado-nación. Es decir, ha sido también una manera de reforzar la estructura política que sigue siendo la más importante en Europa. Recordemos que la UE solo dispone de un presupuesto equivalente al 1% del PIB europeo.
  3. Las políticas culturales en Europa son hijas del estado del bienestar, y son los estados los responsables de su desarrollo. Nacen tras la segunda guerra mundial, con Francia e Inglaterra como referentes ineludibles. Uno con la omnipresencia del estado, el otro a través de una fiscalidad específica que premia a los privados que dedican recursos a la cultura. Ante una crisis global que había conducido a Europa al abismo, la cultura, y las políticas públicas de soporte, son indispensables. En ambos casos, la perspectiva nacional (definir y transmitir un imaginario sobre el que identificarse), prevalece sobre cualquier otra perspectiva.
  4. Europa hasta el tratado de Maastricht no tiene ninguna competencia en este ámbito. Los tratados políticos solo destacan la diversidad como característica principal, lo que conlleva que sea cada estado miembro quien se ocupe de ella. Las apelaciones al patrimonio común, a los valores europeos, queda para las grandes frases  y los momentos solemnes. En realidad la Agenda Europea de la cultura lo dice alto y claro: las políticas culturales son competencia de los estados miembro y la tarea de la UE es simplemente generar algunos programas de apoyo. Actualmente la UE fija tres ámbitos de trabajo: diversidad cultural (existe casi una fijación en los documentos europeos en destacar mucho más lo que nos distingue que lo que nos une), cultura y desarrollo económico (turismo, factores culturales para el desarrollo…) y la cultura en las relaciones exteriores europeas (quizás lo más importante ha sido el papel de Europa en la defensa de la excepcionalidad cultural en los tratados de libre comercio).
  5. Hay que ser sinceros: la UE  ha jugado un escasísimo papel en la articulación de políticas públicas en el ámbito de la cultura. A tenor de la escasa presencia en los programas electorales, no estamos ante una prioridad para nadie. La integración económica no ha sido acompañada por una progresiva integración cultural. ¿Es un error o un acierto? ¿Debe la UE jugar un papel más activo en el terreno de las políticas culturales, o estas han de continuar teniendo su marco central en el estado-nación? En mi opinión, si seguimos apostando por profundizar en la integración europea, sería muy conveniente que además de la agricultura, Europa se ocupara de la cultura. Es decir de generar un espacio cultural común, como tantos intelectuales y diversos países reclamaban en el encuentro de Berlín de hace una década. Es verdad que Europa es diversa, pero tiene un “aire de familia”, aquella sensación de las familias muy numerosas: cada uno posee características propias, pero entre todos ellos hay un algo común. Existe una idea de Europa, para nombrarlo a la manera de George Steiner, y hoy son necesarias unas políticas públicas que permitan que emerja, y sea conocida y reconocida por los ciudadanos europeos. Este es el mejor camino para enfrentarse a los peligros que acechan al viejo continente. La xenofobia y el populismo colocan a Europa como enemigo. Ya se sabe que cuando las perspectivas de futuro se ensombrecen, hay que buscar enemigos a quienes echarle la culpa. Hay que decirlo alto y claro, especialmente en Europa: el peligro no es la diversidad cultural, sino la desigualdad social. La UE, en un mundo globalizado, nos interesa cada vez más a los europeos para construir diques de contención ante los peligros de un capitalismo financiero desbocado. Pero para ello necesitamos más Europa y es dudoso que estemos dispuestos a ceder mayores cotas de soberanía si no reconocemos la existencia de una idea cultural de Europa, de ese aire de familia que nos asemeja y permitiría mayores cotas de integración y políticas comunes. Quizás se trata de construir una Europa como estado de naciones. Como decía Ortega: “Europa es el único continente que es además un contenido”.
  6. Dibujar una agenda política cultural para Europa que supere el síndrome Erasmus (todos aquellos programas que pretenden mover alumnos, piezas de museo, artistas o festivales entre los distintos países europeos), es un reto mayúsculo que no resolverán estas elecciones, pero en el que deberíamos empezar a pensar. La cultura, en lugar de verla como un factor de generación económica, podríamos entenderla como el eslabón que permitiría profundizar en la integración política de nuestro continente. No tengo tiempo ni capacidad para dibujar una agenda política para Europa en el ámbito cultural, pero esbozaré algunos retos a los que debería responder:

    1. Steiner, en su idea de Europa, utiliza el café como metáfora y la presencia de la memoria en el espacio público (en los nombres de las calles, por ejemplo). Ambas ideas nos conducen a la ciudad europea, la que combina las funciones urbanas con la preservación de la memoria y el espacio público. Una política cultural común debería establecer estrategias y normativas que permitieran preservar las ciudades en toda su complejidad. Como ejemplo, sería muy conveniente una regulación común sobre el uso del suelo que impidiera la generación de nuevas “burbujas” inmobiliarias, factor clave para entender la crisis actual y la degradación urbana en muchas ciudades europeas. Mientras el programa Capital europea de la cultura languidece, la vieja ciudad europea se diluye al albur de los envites de un mercado depredador de condición urbana. Hace tiempo que grandes estados han creado ministerios de las ciudades, ¿quizás sea el momento de hacer lo mismo en Europa?      
    2. La integración de las políticas patrimoniales debería favorecer la creación de redes estables y cooperativas entre los grandes centros museísticos europeos. Una historia común exige espacios compartidos para explicar-la. Quizás exista un ámbito específico vinculado al patrimonio industrial, en donde la UE podría hacer una gran apuesta con visión continental. La recuperación del patrimonio industrial es hoy una de las prioridades en muchos países, existe el nexo común de la revolución industrial. Ahí existe una oportunidad de contar de manera común la historia reciente de Europa, entroncada con la memoria de millones ciudadanos europeos. La revolución industrial de finales del XIX condujo al continente a la peor tragedia y como reacción a ella, a las  décadas de mayor prosperidad y progreso social. Con diferencias en cada país pero con una historia común que nos incumbe a todos.
    3. Europa ha jugado un papel destacado en el soporte a la investigación científica, tocaría articular un programa similar para la creación artística. Europa no debería convertirse en el balneario del mundo, en el lugar donde el peso de la historia impide continuar siendo foco de creatividad e innovación. Las políticas europeas están excesivamente decantadas hacia las industrias culturales y el desarrollo económico, es indispensable que el viejo continente siga siendo lugar de pensamiento y producción artística. Un programa global de soporte a las artes y a los centros de producción artística europeos es hoy mucho más importante que garantizar la movilidad entre países.
    4. En relación a la cultura y la economía es urgente homologar los modos de promoción de la actividad económica vinculada a la cultura en toda Europa. Un IVA común que impida el absurdo que está ocurriendo en mi país, una fiscalidad común que favorezca la implicación del dinero privado en la creación y promoción cultural, la protección europea del cine y todas las manifestaciones culturales vehiculadas a través de procesos industriales, una política común en la defensa de los derechos de autor y la adaptación a los retos que plantea el mundo digital… Brasil, (casi 200 millones de ciudadanos frente a los 500 millones de europeos) acaba de impulsar una medida, el Vale Cultura, que podría tener mucho sentido en el ámbito Europeo. Se trata de favorecer las prácticas culturales de los ciudadanos con menor renta, financiado por las empresas que, a cambio, reciben una mejora fiscal. >La medida tiene un doble objetivo: garantizar el acceso a los que más difícil lo tiene, a la vez que generar un gran movimiento económico en torno al sector de la cultura. Son este tipo de medidas las que hoy Europa debe plantearse para realmente utilizar la cultura común como instrumento de integración.
    5. Finalmente hay que señalar que Europa es plural en lenguas, culturas e identidades, sin duda, pero su diversidad va más allá de los antiguos estados-nación, o dicho de otra forma hay más naciones que estados. En un mundo global el reconocimiento a la diversidad real, más allá de la institucional, es una tarea pendiente en la UE. Vengo de Catalunya, una nación con lengua y cultura propia, profundamente europeísta, pero que le gustaría una UE que reconociera sin matices su condición nacional. El catalán, mi lengua, hablada por más de 10 millones de europeos no tiene, aun, la consideración de lengua oficial europea. Una Unión que utiliza el término diversidad en todos sus documentos relativos al ámbito cultural, debiera adaptar el discurso a un contexto en el que su diversidad cultural va mucho más allá de la que representan los estados-miembro.

       

Sirvan estas cinco pinceladas para imaginar una Unión Europea implicada en el desarrollo cultural del viejo continente, capaz de fortalecer el “aire de familia” que se respira en cualquier rincón de la vieja Europa. Y termino con las palabras pronunciadas por Thimothy Garton Ash en el encuentro de Berlín ahora hace una década, el mejor argumento para una apuesta cultural: “la verdadera y sencilla historia de Europa es el triunfo de la libertad”. 

 

Jordi Martí: “Trias ha decidit acabar el mandat aïllat, en solitari”

  • “L’alcalde ha decidit optar per la moció de confiança”, ha predit el president del GMS.
  • El regidor socialista denuncia que “el      pitjor d’aquest pressupost és que incorpora 100M€ d’ingressos provinents      de la venda dels aparcaments de B:SM, que encara no ha estat aprovada”.

 El Govern municipal ha presentat aquest matí el pressupost que ha elaborat per al 2014, i que arriba als 2.574 M€. Uns números –que ha fet arribar als diferents grups polítics pocs minuts abans de fer-los públics- que han estat acompanyats d’una afirmació: la ciutat no tindrà més pressupostos prorrogats. “L’alcalde va directe a la moció de confiança”, ha predit el president del Grup Municipal Socialista (GMS), Jordi Martí. “Aquest és un recurs que mai no s’ha fet servir en democràcia”, ha recordat el regidor socialista, qui ha lamentat: “Fer-ho ara és molt greu, perquè Trias l’activa sense haver discutit amb els grups, sense seure en una taula, sense haver exhaurit les vies de diàleg. Fer-ho ara denota no tenir cap disposició a discutir a fons. Trias ha decidit jugar aquesta carta, una carta que l’aïllarà. Ha decidit acabar el mandat en solitari. I no només per fer el pressupost, sinó també per impulsar estratègies de ciutat. El missatge que avui ha enviat Trias és que governarà Barcelona amb els seus 14 regidors. I amb 14 regidors no es pot governar la ciutat”.

Després d’una primera lectura ràpida del pressupost, Martí ja ha anunciat el seu posicionament contrari a uns números “que no donen resposta a res del PAM, que els socialistes vàrem ajudar a aprovar”. El pitjor, ha reconegut el president del GMS, “és que incorpora 100M€ d’ingressos provinents de la venda dels aparcaments de B:SM, una venda que encara no s’ha aprovat, que s’està discutint”.

No és això, company. El Periódico, 28 d’agost de 2013

Lamento haver d’irrompre avui a les pàgines d’opinió d’El Periódico però l’article que dilluns signava en aquest diari Antoni Balmón no m’ha deixat gaire marge. Qui em coneix sap que sóc un gran defensor del debat polític, de la confrontació pública d’idees per molt allunyades que aquestes semblin estar. Com a membre de l’Executiva del PSC, sempre que ha calgut, he defensat i argumentat en aquest marc els meus punts de vista. És per això que la lectura d’El dret a existir del PSC ha estat com una bufetada d’inici de curs. Sincerament, em costa entendre l’agror que destil·la aquest escrit. En política –que ho és tot menys una ciència exacta- qualsevol idea ha de poder estar sotmesa a la crítica, però hi ha un límit que mai s’hauria de superar: substituir les raons, els arguments, pels atacs personals.

Article El Periódico

Roda el món i torna al Born

Quan es va construir l’antic mercat dissenyat per Fontserè l’any 1876, aprofitant els terrenys que havien quedat com a zona de seguretat entre l’antiga Ciutadella militar i la ciutat, ningú es devia imaginar que a més d’erigir una de les principals obres de l’arquitectura del ferro, símbol de l’inici de la revolució industrial, també s’estaven preservant 8.000 metres quadrats de les restes de la ciutat destruïda, després de la derrota de 1714. La ciutat amagada va tornar a aparèixer l’any 2002 amb les obres de la biblioteca provincial i ens reservava algunes sorpreses. La més significativa eren les pedres arrenglerades al costat dels murs de mitja alçada, indicant que la majoria de cases no havien estat destruïdes pel setge militar sinó pels seus propis habitants, forçats pel nou govern a abandonar les seves llars. Els barcelonins, per poder tornar a refer-les algun dia, van tenir cura de desmuntar-les i deixar endreçat el material, com si hagués de ser cosa de poc temps. Hi ha alguna cosa al Born que retruny per damunt de ideologies i banderes, la destrucció planificada de la ciutat. Ja ho deia Maquiavel: “qualsevol que esdevingui amo d’una ciutat acostumada a gaudir de la seva llibertat i que no la destrueixi, haurà d’acceptar ser destruït per ella. Si no es dispersen els habitants o no se’ls extermina, el nom de llibertat no s’anirà mai del seu cor o de la seva memòria”.
La polèmica desfermada el 2002 entre partidaris de tirar pel dret i continuar amb la construcció de la biblioteca, i els que consideraven que les troballes arqueològiques mereixien un projecte a mida, ha estat un dels debats culturals més encesos de la darrera dècada. El govern municipal d’esquerres, amb l’alcalde Clos i el regidor Mascarell, la van encertar. Es va perdre una biblioteca per molts anys, i la crisi i la poca perseverança del govern actual la poden acabar posposant casi indefinidament, però el Born és un espai de memòria, tal com l’anomenarien els francesos; un espai on es pot explicar la vida quotidiana dels ciutadans del 1700 –la micro-història– alhora que un dels grans conflictes bèl•lics que van marcar la història de Catalunya i de tot el continent europeu.
La primera idea era convertir-lo sencer en un gran museu, però l’any 2006 amb l’impuls perseverant de l’Albert García Espuche i la complicitat de l’alcalde Hereu, fem un canvi molt significatiu en el projecte. En lloc de considerar-lo un edifici tancat, el Born recuperarà la condició de plaça pública coberta, com ho havia estat en l’època del mercat. No tancar les restes arqueològiques entre les quatre parets de l’antic mercat és la millor manera de recuperar l’ús original de l’edifici, de resoldre l’encaix urbanístic amb l’entorn, però també d’evitar la temptació de convertir-lo en el flascó de les essències del país. El millor homenatge als que ho van perdre tot el 1714, era retornar la vida urbana a la ciutat destruïda.
A partir del setembre el Born enceta una nova etapa, cosa tan delicada com ha estat el projecte de rehabilitació. En primer lloc cal que l’entorn no esdevingui un nou enclavament d’ús exclusiu pel turisme. El nou Pla d’Usos de Ciutat Vella i la nova normativa de terrasses no són un bon auguri. Els veïns ja han començat a queixar-se i tenen tota la raó, han patit obres i anys d’incertesa amb l’enorme edifici dormint, i ara caldria aconseguir que la pressió turística no acabés convertint-se en un setge que expulsés tot rastre d’activitat veïnal.
Cal que el Born s’ompli d’activitat de tota mena, que recuperi la condició d’espai ciutadà i que els barcelonins i entitats socials i culturals comencin a experimentar amb un dels edificis més singulars de la ciutat. Per això és absurd plantar una bandera de 17,14 metres a la porta de l’antic mercat, de la mateixa manera que és un error dedicar la primera exposició a reviure el setge militar. L’exposició permanent i el propi jaciment serveixen per explicar la Barcelona del 1700 i els fets de 1714. La reiteració excessiva anul•la la complexitat del Born i el seu caràcter d’espai públic. Una vegada més s’ha de vetllar per l’equilibri entre les lògiques urbana i nacional, totes dues són essencials per comprendre tot el significat del Born. La nació, també en l’escenari polític actual, no hauria d’ofegar la ciutat.